Ni
finca, ni vistas al mar: ¡simplemente una casa
de pueblo!
Gruesas tapias antiguas en estilo mallorquino añejo han fascinado a
este norteño con permanente ansia de sur, que, como tantos otros,
encontró su camino a Mallorca en las rutas migratorias de los vuelos
de bajo coste. Una vieja torre y allí dentro... qué
embarcadero más ideal
para un nuevo comienzo: para el palique con los vecinos, para el
paseo descubriendo el pueblo, el cafecito con leche junto al quiosco
de la esquina... Todo tan familiar y tan distinto... |