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Excursiones a los
alrededores... |
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Mucho más que una "finca" |
“Finca”...
nuevamente una palabra que hechiza: espacio vital de los ricos y
famosos, símbolo de estatus de la moderna nobleza económica del
norte
–
piscina, jardín y compañera sentimental inclusive. |
Parece casi como si en la agresiva jerga del sector turístico la
vieja palabra española para hacienda o granja le proporcionara una
dignidad perdida ya hace tiempo, antes de que la desilusión
posmoderna de nuestros días comenzase a despertar en los “urbanitas”
la nostalgia de ese oasis de lo sencillo, de lo estable y abarcable. |
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En “Son Verd”
ante las puertas
de Artà esta nostalgia encuentra su lugar:
esta
pequeña hacienda –
durante 400 años a la altura de las necesidades de sus habitantes y como
alentada por el espíritu de una España atemporal
–
constituye la expresión de aquella creatividad casi estoica del campesino,
que a la sombra de la capilla doméstica saca sus inconfundibles fuerzas de
la unión familiar. |
Para los
viajeros de
los centros de la modernidad, se
ha plasmado
en ella de
alguna manera una apuesta en escena de un idilio
neorromántico de piedra y planta – siempre y cuando éste se deje seducir por los
cantos de sirena del “agroturismo”: el pozo que sólo funciona con un
mecanismo manual, el pasillo de hojas como una anticipada invitación a la
vendimia, la variedad de cactus que con su estrafalaria presencia llenan
piedras y muros siempre de nueva vida, y también el olivo ennoblecido por
la fuerza de un relámpago... |
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Y si el
cosmopolita ha crecido en el campo, es capaz de suponer quizás, tras el
idilio, el ritmo del trabajo de días pasados, oye las voces de la gente
desde el lavadero y los establos, los gritos de los animales en el patio y
en los campos, o siente incluso la profunda oscuridad de una noche en el
campo, que reclama con fuerza todos sus sentidos.
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Sin
querer, pues, la vieja finca, no lejos de Artà en Mallorca, hubiese resultado ser
para aquellos ciudadanos del campo
–
como
para Fígaro –
la puerta de entrada al mundo de la propia infancia. “Son Verd” está en
todas partes: en Solingen, Monschau, Altötting...
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