Vivir en Artà - Mallorca 

 

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Excursiones a los alrededores...
    
"Ses Païsses" ante las puertas de Artà
"Talayot" hay por todas partes
Las "Coves d'Artà"
 

  

 En el viejo sendero a las cuevas

   

“Hostal Cuevas”: el nombre de esta fonda indicará al viajero, probablemente, el destino cercano, y a los clientes de la zona les recordará sin duda toda una saga familiar estrechamente relacionada con “Cap Vermell” y sus cuevas, mundialmente famosas.

   

 

Los miembros de la prístina Familia Garau, que desde hace más de un siglo llevan las riendas de este encantador restaurante situado junto a la bahía de Canyamel, han venido dedicándose a la vigilancia de la costa desde tiempos de la piratería y se han forjado un nombre primero como talaiers y después, ya en la Modernidad, como conductores de las visitas guiadas a las Cuevas de Artà. Su hostal, señal y síntoma de la transformación turística de la bahía, continúa siendo el mejor punto de partida o de llegada de esta obra de arte de la naturaleza.

 

 

Desde que la carretera nacional permite acceder cómodamente a las cuevas, pocos son los que aún hoy logran encontrar el viejo y trillado sendero de la bahía, que bordea el arrecife hasta llegar al mismo lugar. Pero todo aquel que toma el sendero se ve generosamente recompensado: el sombrío techo de pinos carrascos, típicos de la isla, le señala discretamente el camino y le da paso a unas reconfortantes vistas sobre la bahía que quizá le inviten a soñar, movido conmovido por el constante aroma de las hierbas y los pinos, aderezado y resinoso…

 

 

¿Acaso no tuvo razón el Padre Ginard? ¿Qué mejor sitio que este, el “Portell de Canyamel”, habrían podido encontrar griegos y romanos para desembarcar?  ¿Y a quién debemos realmente, ya fuera por mar o por la cumbre de la montaña, el descubrimiento de las “Coves d’Artà”? ¿Qué utilizaron como refugio y habitáculo mucho antes de que los talaiers empezaran a investigar la zona con más detenimiento, ayudados por antorchas y lámparas de aceite, hasta el punto de ahuyentar a los murciélagos de sus connaturales refugios, de los que en la actualidad no nos queda más rastro que el de su guano?...

 

 "S'embarcador des Rei" (1904)

 

Al llegar a “S’embarcador des Rei”, en cualquier caso, vale la pena detenerse una última vez antes de emprender el ascenso a las cuevas... aunque solo sea por la escalofriante belleza del lugar, con sus formaciones rocosas batidas por el oleaje y las galerías de la “Cueva de Coloms”, impelidas hasta bien entradas las rocas.

 
 

El caminante pasará de nuevo por aquí durante el descenso, impregnado ya de las cautivadoras impresiones que le embargaron en las cuevas: de “Infierno” y de “Teatro”, quizá de “Gloria” y de la “Piedra de los Diamantes”, y, sin lugar a dudas, de la “Reina de las Columnas”, una grácil estalagmita de 22 metros de altura que hasta la fecha nadie en el mundo ha podido comprar. Ni siquiera las libras esterlinas de Su Majestad La Reina de Inglaterra. 

 

 

Durante la lectura de estas extravagantes ofertas de viajeros ingleses del siglo XIX, Fígaro sonríe quedamente, con la absoluta certeza de que su deseo ahora que vuelve a tener a la vista la bahía de Canyamel se cumplirá con mucha más facilidad: "un plato de arroz seco", un plato de paella con frutos del mar bien frescos y vino de la región, con ese toque propio de la casa que desde hace varias generaciones se ha convertido en marca gastronómica de la Familia Garau y que Fígaro ha deducido de la extraordinaria guía de Climent Garau titulada “Las Cuevas de Artà”. Un libro al que, por lo pronto, debe agradecer el haber comprendido mucho mejor la realidad de estas cuevas...

 

 

Las "Coves d'Artà" u

 

 

 

 

            El Fígaro del Norte 

 

   

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