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La flora al ritmo del año... |
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Artà no es exactamente la huerta de Valencia y, a diferencia de aquella de
Sevilla, no hay en sus callejones ese aroma cautivador de flores
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y no obstante, los naranjos y limoneros te saludan también aquí al
noreste de la isla con el sensual esplendor de sus frutas maduras.
De nuevo en estos días visten de gala el porche del patio delantero del
teatro en Artà... |
En invierno, Figaro dirige sus pasos a menudo hacia allá.
Pero dirige su vista a recuerdos ocultos en lo más profundo
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a los inolvidables repartos de regalos por Navidad en casa de los abuelos... |
Cuando
entramos expectantes en el cálido salón, viniendo del frío exterior de los
días de invierno con el cielo gris y nevado, lo primero en lo que
repararon nuestras curiosas miradas fue en las bandejas de colores llenas
de dulces, higos y nueces bajo el árbol iluminado con velas, cuyo
centro coronaba una dura bola amarillo-rojiza. La llamábamos
« Apfelsine » (una cosita parecida a la manzana), porque su forma se
asemejaba a la de aquella fruta que tan familiar nos era.
En cualquier caso, nuestra atención por esta exótica belleza estaba
asegurada en los tiempos de los paquetes de provisiones de América.
De manera que, antes de despedazarla y comerla, nos maravillábamos un rato
largo con ella. |

Por cierto: "Conoces la
tierra donde florecen los limones...?" |
Hoy en día los supermercados han desprovisto a las naranjas de su magia,
incluso han eliminado su conexión con una determinada estación del año
para sus clientes. En lugar de esto, alardean con una gran abundancia de
naranjas y mandarinas y prometen su disponibilidad en todo momento. |
Figaro quiere mientras tanto hacer que el zumo de naranja recién exprimida
con un chorrito corto de limón, con el que arranca el día en su casita en
invierno, parezca un poco un privilegio inesperado, expresión de su nueva
vida bajo el sol. Pues aquí en la isla, donde la resplandenciente naranja
brilla ante el azul del cielo, ella es por supuesto parte de la
cotidianidad, está por así decir por todas partes fácilmente al alcance. |
Figaro no pudo nunca eludir las cordiales invitaciones a rellenar él mismo
bolsitas con esas tentadoras frutas en el jardín de su vecina. Y él sabe
en esos momentos que él es de ese tipo de afortunados que, si no han
sembrado todavía, tanto más ampliamente cosecharán.
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