El teatro - una escuela de la vida

El pasado martes, Fígaro disfrutó en el teatro de Artà de una experiencia de lo más especial. Estaban programadas historias de la vida cotidiana – Històries de Carrer –, una alegre caricatura de la vida de la calle que todos conocemos a partir de nuestras propias vivencias en esta forma o en alguna similar. Le había invitado el mismísimo director de una comunidad de trabajo teatral de chicos y chicas de diez y once años del Col-legi Sant Salvador. Y no había exagerado lo más mínimo en el disfrute prometido, ya que Fígaro tardará en olvidar la fascinación y la concentración, el virtuosismo y la dinámica interpretativa de estos alumnos de quinto curso gracias a la IX Mostra escolar de Teatre, Música i Dansa, un maratón anual de representaciones teatrales, musicales y de danza de las escuelas locales.

Lo cierto es que la clara construcción de esta obra en dos actos, con su dramaturgia introductoria que organizaba ambos actos como pregunta y respuesta al mismo tiempo, y la acertada selección de las cuatro escenas lograron un ritmo vivo y natural en esta obra de creación propia que invitaba a los espectadores a demostrar continuamente su aprobación aplaudiendo de forma espontánea...

Los problemas en la fiesta de inauguración de un paseo o los sueños de las amas de casa de superar los problemas económicos en su compra diaria, las inexactitudes de una visita guiada por un museo o las sutilezas en la lucha para librarse de una multa son los temas de este variado conjunto de imágenes que se sucedían con velocidad haciendo que los actores participaran en dos ocasiones y que el público disfrutara de un espectáculo variado.

Fígaro apenas creía lo que veían sus ojos. Recordó los ensayos en los que los protagonistas daban sus primeros pasos en enero bajo las instrucciones de Bernat Mayol, un director estricto pero también capaz de fascinar a los participantes, y así vivió la maravillosa transformación de estos chicos y chicas. ¡Estaban irreconocibles!

Resulta asombroso lo que la constancia y el trabajo, la ilusión y la profesional dirección han logrado sacar de estos actores de diez años. Tenía la impresión de que con estos meses de ensayos la obra de teatro había vuelto a los actores más seguros, más conscientes; en resumen, más libres. ¡Ojalá el triunfo de esta noche tenga un efecto positivo y duradero en todos los implicados!

Es necesario admitir que el catalán de Fígaro, aún muy deficitario, fue lo que le llevó a veces a realizar estas divagaciones durante aquella extraordinaria noche. Es posible que su percepción de los diálogos se basara más en la intuición que en la comprensión. No obstante la experiencia que ha supuesto contemplar la vertiginosa vitalidad del catalán de estos niños de Artà le ha confirmado que la riqueza cultural de una Europa políglota tiene aún mucho futuro por delante.

En cualquier caso las familias y los amigos que acudieron en gran número al teatro aquella noche, lo abandonaron satisfechos y con la cabeza bien alta tras un ensordecedor aplauso de despedida.