Cada martes
por la mañana en el mercado
de Artà
se escenifica un clásico: el teatro
inalterable de lo privado y cotidiano, movido a la vez por la esperanza de
las ganancias, la curiosidad por las novedades y el anhelo de amor. Amas
de casa, madres y jubilados disponen en la suave luz de los días de
invierno los movimientos, antes de que, con la subida de las temperaturas,
el alud de turistas ávidos de cualquier cosa, aumente las apuestas. |